Estamos en construcción, disculpe usted las molestias... o no.

 

¿De que va VadeMACum?

Allá por mil novecientos ochenta y cinco conocí un primer Mac, un Plus creo recordar.

Yo trabajaba en un periódico local muy humilde, que, locos ellos, pensaron en comprar un ordenador, — hasta ese momento yo lo montaba a mano a base de artículos escritos en una Olivetti eléctrica —, y el candidato fue un Mac, pero dado su precio acabamos maquetando con Ventura Publisher en un Inves turbo 8 Mhz.

Hasta el ochenta y nueve no volví a tocar un Mac y mi primera máquina propia fue un LC II en el noventa y dos.

Desde entonces, como cualquier otra obsesión, lo leí, escuche, pregunte y aprendí todo o casi todo lo que pude sobre aquellos bichos grises, creados pensando en quién los utilizaría y no en quién los vendería.

Hoy, aquella entrañable manzana de colores ha cambiado, y con el arco iris también se ha descolorido el ínteres por el usuario. Apple crea máquinas maravillosas, sí, pero ajenas, más cercanas a los “victim tech” y los ingenieros que al currito y el artista.

Y todo el mundo parece muy contento de como se hacen las cosas en Cupertino.

¿Donde esta la crítica? antes tan comun, pues no lo se, pero hasta que Apple me pague como evangelista, yo diré aquí lo que pienso, y probablemente escueza más de un Makero por poco pertinente, pero creo que la crítica es saludable y solo molestan las verdades incómodas.

Así que desde mi larga experiencia de usuario seré impertinente.

sábado, 18 de abril de 2009

No es exactamente makero, perooo... ¿Una entidad publica gestionara el canon?

Pos sí, de eso hablan, de quitarle a la nefasta esgae la posibilidad de cobrar los distintos impuestos indirectos que se supone están encaminados a resarcir a los autores por el uso indebido de su propiedad intelectual.


Por cierto, llevo veinticinco años esperando a que la esgae me de un duro por mis derechos de autor.


No voy a entra otra vez en lo injusto y arbitrario del canon digital, quien no lo tenga claro a estas alturas o se beneficia del él o es un gilipollas profundo.


Pero si es un avance que la mafia descarada de la esgae deje de creerse en posesión del derecho divino a cobrarnos lo que les de la gana por lo que les de la gana.

Y repartírselo a su gusto.


El canon y otros cobros, son impuestos indirectos arbitrarios, cuya justificación es difícil por no decir imposible, pero el mal menor es que ya creados, y no nos olvidemos de que cuando nos empiezan a cobrar por algo, es imposible que dejen de hacerlo.

Ya que nos lo cobran, es de cajón que lo haga una entidad publica supuestamente independiente de los intereses privados y bastardos de los mafiosos de la esgae y similares.


Siempre dije que debía existir una entidad pública que controlara y administrara los réditos y el uso de los derechos de autor, y que el dinero recaudado revertiera en TODOS los autores, simplemente por serlo y demostrarlo pagando la correspondiente licencia fiscal que todos nos vemos obligados a tener — estando en activo —.


Seria lo bueno, el estado controlando que se usa y pagando a sus autores por ello, eso es gestión de impuestos, y seria correcto.


Perooooo… las mafias tienen poder, y si bien puede que exista esa entidad encargada de cobrar el canon, dejan claro que le darán el dinero a la mafia para que ella lo distribuya a su gusto.


Así que da igual quien nos lo cobre, porque si compro un dividi para guardar mis trabajos de mi propiedad intelectual — este artículo, por ejemplo — el canon aplicado acabara en el bolsillo de binsbal, mamoncin u otro sinvergüenzas por el estilo, por que se supone que yo tengo algún interés en copiar sus chabacanadas.

Y si no lo hago, pues peor pa mi, ¿no?, porque pagare por ello en cualquier caso.


Se me supone el acto de piratería a priori conculcando la norma de derecho más 

simple de presunción de inocencia.

Bueno, en mi caso no seré idiota, digo… inocente y seguiré pirateando todo lo que me apetezca, como por ejemplo las películas de pago de los canales digitales, que hasta te avisan con una cuenta atrás para poner el vídeo a grabar, — nunca pirateare al vinsval o manoncin, eso seguro —, y lo haré porqué a fin de cuentas, ya he pagado por ello.


Y dará igual si me lo cobra la mafia o la Entidad Publica de Impuestos Revolucionarios Mafiosos.


Así que pueden maquillar lo que les de la real gana, que  no cuela.

martes, 14 de abril de 2009

Peligroso virus que afecta a los usuarios de Macintosh.


¿Y para que coño quieres tanto trasto?


Cuantas veces me lo han preguntado. ¿Y a vosotros?, ¿Os suena?


Para que sirve tanto viejo cacharro que ya no usas y que ni siquiera funcionan —bueno, eso lo dirás tu, pienso para el cuello de mi camisa —.


¿A vosotros no os dicen esto?, y quien dice algo así, dice que es un horror tener la estantería llena de trastos, o ese cuarto es una leonera cuando podría estar más arregladito, o que al trastero ya no se le puede abrir la puerta.

Absurdo donde los halla, porque para llenar un trastero hasta el punto de no poder abrir la puerta, habría que haberlo llenado por la puerta abierta, con lo que no se hubiera podido cerrar, ¡si se puede cerrar se puede abrir, que coño! 


Y cuando nos dicen estas cosas no comprenden que en realidad es una enfermedad.

Una rara variante del síndrome de Diógenes, como decía un amigo el otro día.

Pero lo es, una enfermedad, un virus lento, de difícil contagio pero que resulta implacable al contraerlo y que es imposible de eliminar de la corriente sanguínea.


Hablo del Maquerismo — o Makerismo, en su variante más aguda —.


¿En que consiste?


Bueno, es callado, sigiloso, lento. Se contagia de forma muy difícil, no todos lo contraen, hay gente inmune  — inmunes también a la belleza de una puesta de sol, pero eso es otro tema —.

Hay mucha gente que se compra un Apple y no padecen la enfermedad. Hay muchos que tiene no uno, ni dos, sino varios Mac y nunca son infectados.


Compran una máquina, la usan, y la venden, regalan o tiran a la basura — ¡aaag! — cuando adquieren otra nueva y listo. Sin pudor, ni la más mínima noción hacer algo impropio.


Pero ellos no están enfermos.


Creo que debe tener algún componente de tipo genético, probablemente neuronal. Porque puede manifestarse de golpe, con solo ver un Macintosh. O pueden pasar años en estado latente antes de desarrollarse la enfermedad.

Tampoco tiene que ver con  la edad, conozco a un octogenario que nunca había usado nada más complejo que una máquina de escribir y que adora su IMac (17).


Tiene que haber algún tipo de predisposición, pero se tanto de microbiología genética como de la poda del rododendro común, así que no lo se.


Lo que si se es como se desarrolla la enfermedad.


Primero es un estremecimiento. Un temblor que que nos recorre la espalda un día, al abrir el embalaje de un Mac. Que no tiene porque ser el primero que llega a casa, ni tiene porque tan siquiera ser nuestro.

Pero algo se conmueve en nuestro interior, algo se rompe… o se se arregla, valla usted       a saber.


Las manos sudan y sentimos un renovado interés por ese trozo de plástico y metal,            es como si lo viéramos por primera vez, que así es, pero no. Es verlo con otros ojos.


Luego te sorprendes a ti mismo admirado ante pequeños detalles; una carcasa firmada por su diseñador, una tapita que esconde los puertos, una manzana que palpita en reposo o un teclado que brilla mágicamente en la oscuridad.


¡Que píjotadas tiene esos de Apple!


Si, es cierto, te avergüenzas un poco de sentir lo que sientes por detalles que los demás consideran chorraditas de pijos tecnológicos, pero para un infectado… tienen otro valor muy distinto.

Provocan descargas de adrenalina, de endorfinas, que te hacen sentir algo muy distinto a lo que sienten los demás.


No, no es el placer de lo nuevo, no es la infantil ilusión por abrir paquetes con lazos. Porque esa sensación solo la tienes con los Mac, no con cualquier otra cosa nueva. Ni siquiera un flamante coche nuevo te hace sentir igual. Es distinto. Es la enfermedad.


El enfermo entonces comienza a cumular información acerca de sus… ¿como llamarlos?, ¿objetos de deseo?, ¿compulsiones?


Compra revistas, libros, manuales. Visita güeb. Consulta foros. Conoce a otro enfermos como él, en distintos estadios de la enfermedad. Con un cierto efecto de retroalimentación, se va reinfectando con el contacto con otros enfermos.

A lo largo del proceso. Semanas tal vez, años quizás. Empieza entender como están hechos los mac.


Un usuario común, de cualquier plataforma, suele tener una actitud más neutra con sus máquinas. Son eso, máquinas. Las usa y las tira. Si no funcionan bien, las lleva a un técnico o las cambia directamente. En muchos caso las arrincona y simplemente deja de usarlas.


Un infectado no, mueve Roma con San Pedro para encontrar la solución, para poner en forma su querida máquina y acaba por pasar a la siguiente fase de la enfermedad; 

¡La abre!


Un enfermo de Maquerismo abre sus máquinas, las inspecciona, se admira de lo bien hechas que están, lo bien diseñadas, el mimo con que los ingenieros han cuidado cada mínimo detalle de su construcción.

Opina. Es otro síntoma de infección. Que si en un par de meses no ha fallado, un Mac ya no falla nunca, así que… ¿Porque no va a curiosearlo por dentro? 


Y al carajo la garantía.


Algunos enfermos, tras años de usar otras máquinas, al contraer la enfermedad sufren síntomas más virulentos, dicen, no si cierta razón, que en la mayoría de las otras máquinas parece que alguien ha metido los componentes en una caja y tras agitarla, ahí donde quedara cada cosa, en esa misma posición lo montan en la carcasa del aparato.


Los Mac no, los Mac, salvo alguna honrosa excepción, están muy bien pensados.


Al maquero le gusta su máquina tanto por fuera como por dentro, le gusta ver sus tripas y se sonríe al saber que hay gente que “atunea” los PC para que que “molen” y los hacen transparentes, con neones y ventiladores y… Y se ríen porque piensan que si vieran un Mac por dentro ya no querrían enseñar las tripas de sus engendros.


El enfermo se vuelve radical. Desarrolla alergia al PC y al “imperio del mal del señor oscuro puertas”.


Comienza mirar las otras máquinas con sorna y a sus usuarios con paternalismo.


Durante un tiempo, discute y polemiza con todo dios para evangelizar y predicar la verdad revelada de la manzana de Newton.

Pero esta fase acaba pronto, la supera y deja de discutir. Para que intentar convencer a nadie, allá cada uno con su cada cual.

Además, Apple no le paga por evangelizar.

De hecho, se desarrolla una actitud de ambivalencia. Entre el amor y el odio. Se adoran ciertas cosas de Apple pero se odian otras. Puede amarse el Mac pero odiar a Marco y el mono Amelio.

Por un tiempo se piensa que La Manzana es dios y Jobs su profeta, pero se evoluciona y se le coge alergia. A Jobs, me refiero.


Un maquero odiaba los Imac, los G3 y G4, decía que seguiría con su 7600 —ampliado a G4 — hasta que los cambiasen, le hubieran encantado los G5, pero murió antes de que los vendieran.


Amor y odio al Mac y a Apple, hasta la muerte, eso es el virus, sin duda.


Y el enfermo pasa al siguiente fase; ¡El trasteo!


Tras abrir su Mac, lo monta y desmonta, acaba por conocer cada rincón de su máquina, que en cierta forma se vuelve una extensión de su propio pellejo.

Y aprende a modificarla, arreglarla, ampliarla.


Los maqueros, con el tiempo, se vuelven pequeños expertos en informática e ingeniería, aunque originalmente fueran pescaderos.

Se vuelven unos manitas.

La gente que les rodea pasan de la preocupación a la satisfacción. Por fin esa manía de los Mac tiene un resultado útil. Un manitas en casa. 


Pero el enfermo es manitas con su Mac, no necesariamente con la fontanería, y menos con los PC.


En algunos casos extremadamente graves, el infectado hace autenticas obras de ingeniería para “mejorar” su máquina, con el incomprensible deseo de hacerla durar más tiempo.

¿En una sociedad de usar y tirar?, ¡que sacrilegio!


Ese es otro de los síntomas inequívocos de que la enfermedad avanza. Mientras la industria y la sociedad en general pretende que cambiemos de máquina cada seis meses o cada año, como mucho, un maquero hace durar su máquina durante lustros enteros. ¿Cabe ahora alguna duda de lo dañina socialmente que es esta enfermedad?


Más aún, no sustituyen su vieja máquina por otra flamante. ¡Nunca! Le hace sitio en la mesa, en el rincón de la casa dedicada al ordenador, cada vez más abarrotado, y las colocan juntas.


A veces con la excusa de montar una intranet, otras porque así tiene un servidor          de impresión aparte. A veces porque va muy bien como fax inteligente, como reproductor de aúdio o vídeo o para tostar cd y dvd mientras se hacen otras cosas.

O con fútiles excusas emotivas sobre el valor sentimental de un cacharro.


En el fondo la excusa no importa.


El caso es que el comportamiento del enfermo ya se ha desviado del lo considerado normal.(?) Ya no tira los viejos aparatos al sustituirlo por los nuevos, sino que lo guarda, y muchas veces sigue usándolos todos, pese a estar obsoleto según mandan los cánones mercadotécnicos.


De ahí a la ultima y más grave fase de la enfermedad, a volverse un coleccionista de Mac, media muy poco.


La tercera máquina se pone al lado de la cuarta y la quinta encima de la tercera…


Los allegados del enfermo ya solo tienen dos posibles opciones, aceptarlo y convivir con ello o dejarlo por imposible y huir por la derecha.


¡Ah, si lo hubieran puesto en tratamiento a tiempo!


Cuanto daño provoca el retraso en los diagnósticos.


A un enfermo, si su pareja —de igual o distinto sexo—, harta de tanto cacharro, le plantea un ultimátum y le da a elegir entre sus cacharros y la pareja…

En fin, resulta una magnifica prueba del siete para un matrimonio, —con o sin papeles, que de todo hay—, porque el enfermo, lejos de reaccionar como su pareja espera y decir que es esa persona lo más importante de su vida y tal y tal… se cuelga, como un Mac en presencia de un güindos, —¡que va!, hasta güindos funciona mejor en un mac, para desesperación de Gillermito Puertas —, se le pone la mirada vidriosa, se queda pensativo y cuando se le pregunta ¿qué?, qué decide, contesta mirando sus queridos Mac; “espera un momento, lo estoy pensando”.


¿Tiran más dos tetas que dos carretas?, quizás sí, pero que las interesadas sepan que para un enfermo, dos Mac son mucho más poderosos que el mayor bulldozer.


Un enfermo no abandonara jamas sus Mac. Que todo el mundo lo sepa.


Hasta llegar a este punto de la enfermedad, puede que halla prestado alguna máquina, las halla regalado, incluso puede haber llegado a vender alguna. Las menos queridas.


Pero se produce en algún momento la catarsis y la enfermedad entra en crisis aguda.


Y, a partir de ese instante, de ese momento de revelación para el enfermo, cuando de repente, por esta discusión con su pareja o por cualquier otra situación que pueda darse por pura coincidencia.

A fin de cuanta no será más que un puro mecanismo detonante. 

Toma conciencia de su condición de maquero agudo crónico.


A partir de ese momento ya no hay vuelta atrás. Bueno, creo que no hay vuelta atrás en ningún momento, pero dicen. Que dicen. Que alguien. En algún lugar. Conoció a alguien que dicen que se curo, pero dicen que dicen tantas cosas que no digo nada al respecto.


Ya no solo escribirá en foros de usuarios, ya no solo leerá e investigara todo lo habido y por haber sobre sus queridas máquinas, ya no solo las renovara, comprara y recomendara. Ya no solo acumulara información y materiales relacionados con sus máquinas.


A partir de ese instante de clarividencia irá más lejos, comprara o pedirá o recogerá máquinas viejas. Piezas de desguace y basurero para unos y joyas arqueológicas para él. Que acabaran por llenar cada centímetro de espacio disponible en su hogar, para desesperación de su pareja y familiares cercanos que, o se resignan, o le abandonan.


O se infectan también ellos mismos del virus ya que convivir con un enfermo largo tiempo produce, o bien rechazo e inmunidad, o bien, irremediable contagio.


A partir de entonces, su tiempo libre pasara entre emuladores de viejos sistemas operativos, trucos para restaurar máquinas, búsqueda de piezas más o menos originales, recopilación de programas obsoletos…


Soñara con un Vigésimoprimer Aniversario.


La familia acabara por abandonarle o considerar que es una afición como otra cualquiera, que hay gente “pa to” y hay quien colecciona sellos o coches de caballos, pero él colecciona Mac.


Pero a fin de cuentas es un virus: Maquerismo Agudo.


Y por eso debe existir esta página y similares, para que los enfermos más graves consigamos nuestra dosis de reliquias y podamos seguir adelante con nuestro solitario vicio inconfesable.


Porque, como en todas las enfermedades graves e incurables, un entorno de apoyo y comprensión, es fundamental para que el enfermo sobrelleve su mal.


He dicho. 

lunes, 13 de abril de 2009

¿Actualizaciones del tigre? ¿y eso?

Hay noticias de una probable actualización de seguridad para el Tigre. Parece que ya esta en manos de los desarrolladores.


Y la pregunta es: ¿porque?


Al paseante le parecería que con el estelar Leopardo en la calle y el inminente Leopardo nevado al caer, pues no tiene mucho sentido el molestarse en hacer parches o actualizaciones para un sistema obsoleto.


Pero pese a quién pese, el Leopardo ha dado muuuuuuchos problemas a todos esos usuarios que no lo ejecutaban en configuraciones recomendadas por el fabricante.

Sí, sí, sí, ya se, entre los millones de leopardos, los miles de problemas son insignificantes… o no tanto, oiga usted.


A mí me parece que si Apple se molesta en hacer parches para un sistema obsoleto es porque aún tiene mucha presencia en el mundo Mac y porque aún reciben muchas quejas sobre esos problemas.

Los suficientes como para dedicar recursos a solucionarlos.


A mí me parece muy significativo, y una prueba más de que el Leopardo, con ser una gran promesa, no deja de ser un producto inmaduro y plagado de fallos, que ya llevamos siete actualizaciones en poco más de un año.


Bueno, sí, no es sistema de mi devoción y no cambio el rendimiento y estabilidad del Tigre por las mejoras cosméticas del leopardo, sobre todo porque yo tengo una configuración no recomendada.

Puede que sean prejuicios por mi parte, pero ahí están los hechos, mediten ustedes. 

De como se pueden bautizar los Mac

Con la informática moderna y las redes, nos ha tocado ponerles nombre y apellido a nuestros ordenadores.

Con mayor o menor fortuna en cuanto a resultados, lo hacemos.


¿Pero como nos comportamos a la hora del bautizo?, y no me refiero a tirarle los raviolis a la pesada de la tía Enriqueta.


Pues hay varias tendencias que a continuación os detallo.


Simplista.

Es la opción del que no quiere complicarse la vida o es así de sencillo el señorito .

Suelen ponerles nombres de tipo numérico; “1”, “2”, “3”, etc. O si son mas trabajadores lo escriben literalmente; “Siete”, “veinticuatro” o “Cincuentasietemildoce”.


¡Coña!, ¿alguien conoce una empresa que tenga un red de 57.012 maquinas en un  mismo sitio?.

Si son todos Mac ya me gustaría verlo, si.


Redundante.

Van y les ponen algo asi como “Ordenador”, “Computadora”, “PC”, “Mac”, “Macintosh”, “Apple”, etc.

Cuando es evidente que son computadoras, Pcs, Mac, Macintosh o Apples.

En todo caso les añaden algún numerito si se da el caso de que halla mas de un Mac en la red.

Suele ser cosa del “informático” al mando… ¡vendidos a Microchof!.


Geográfica.

La idea es similar a la anterior pero puesta en practica por un técnico algo mas serio que les da nombres relacionados con los lugares en donde se encuentran las maquinas.

“Administración”, “Diseño”, “Contabilidad”, “Maquetación”, etc.

Si se tercia se les añaden numeritos, porque casi siempre hay mas de un ordenador en cada departamento, algo así como “Dirección 6”, por ejemplo.


El colmo del aburrimiento a la hora de navegar por la red.


Geográfica racista.

Variante del caso anterior en el que el “genio” decide marcar diferencias claramente, y le añade al nombre el epíteto denigrante “Mac”,— o al menos eso considera él, claro esta — cuando el ordenador en la red lo sea. 

Suele hacerlo para no confundirse y en un momento de debilidad atender los problemas del usuario Mackero, de este modo siempre puede decir eso de; (…) “¡Ah, no!, yo es que de Apple no entiendo, es que son incompatibles, ¿sabes?” (…).


La cosa es evidente; “MacDiseño 3”, por ejemplo.


Geroglífico.

En un paroxismo de … ¿que?, ¿vacile?, ¿sapiencia?. El informático hace un alarde poniendo nombres cabalísticos que solo él entiende, al estilo “NPC844/200-Adm”.

Lo malo es que luego te explica con aire de suficiencia que así ÉL sabe que es el Mac  número 8, que es un Apple 4400 a 200 Mhz y pertenece a administración.


Tu le mandas a cagar a la vía, claro.


¿Alguna vez os habéis fijado en que estos informáticos siempre dicen APPLE?, así, como guardando las distancias, ¿creeran que no sabemos que los Mac los fabrica Apple?.


Humanización.

A veces, al técnico le parece conveniente darle un toque mas humano a la red y opta por ponerle los nombres de los usuarios habituales de las maquinas, el resultado parece el listín de teléfonos. Algo así como “García”, “Gutiérrez” o “Povedilla”.

los problemas empiezan cuando hay mas de un Povedilla, en cuyo caso o le pone un numero o le añade el nombre propio o la inicial.


Así nos encontramos con “Jaime Povedilla 4”.


Da un poco de grima a lo “un mundo feliz”.


Seudónimo.

Sucede cuando no hay un encargado de poner orden en la red o bien prefiere tener un buen rollito y deja a los usuarios que pongan el nombre que prefieran.


La gente se busca nombres por libre, seudónimos al estilo de internet o simples bromas.


“Erik”, “Kurkovaid”, “Rositadepitimini”, no os riáis que se han visto bastante más chorra.


A partir de aquí todo es degradación humana.


Fetichista.

Si uno es dado a los mitos, siempre puede rendir un cierto homenaje a su ídolo de turno, la cosa puede ir desde el más o menos digno “Elvis”, “Gilda”, “Tolstoy” o “Einstein”. 

Hasta el patetismo absoluto de un “EnriqueIglesias”, “Chenoa” o “Aznar4Presiden”.


Sin comentarios.


Adolescente.

Variante de la anterior, completamente igual, salvo por el detalle de que los nombres son mas parecidos a los seudónimos de los chat de juegos.

“Termineitor”, “Bart”, “Depredator”, “Killerbarby”, “Descerebreitor”, “Pollinator” y así todos.


¿Nunca habéis pensado eso de ¡madura, tío!?.


Simpatiquillo.

Variante adulta de la anterior tontería, y como suele ocurrir en la vida real, al pasar del tiempo uno se arrepiente de las chorradas de su pasado.


Por lo general, lo simpático hoy, suele ser humillante mañana, y si no lo creen así es porque sus madres nunca han sacado aquel álbum de fotos suyas, de cuando eran bebes de culo al aire, en mitad de una reunión de amigos, al grito de; “¡Mirad que mono era de bebe…!”.


Suelen ser del tipo “Morcillón”, “Mortadelo”, “WCDRoom” y así todo.


¡Grave error!.


Bromista.

A veces hay un hakker listillo que en un arrebato de buen rollito se dedica a cambiar los nombre de las maquinas de los compañeros.


Si te encuentras un día con que tu maquina se llama “Capulloculero”, ya sabes de que va.


Estos casos se consideran de homicidio justificado, que lo sepáis


Hakker.

Variante cabrona del anterior. Puede ser el borde de la oficina o el mismo técnico si nadie mas tiene acceso a los nombres de las maquinas y este esta “quemado”.


Pone nombres mas o menos ofensivos, apodos o puros insultos, cuando hay Mac en la red, suele ocurrir que el usuario descubre fácilmente al borde de turno y suele acabar en capado público o en despido fulminante.


Los síntomas son algo así como “Carabola”, “Calvo”, “Putero” o “Cerdo explotador”.


Especifico.

Aprovechando que no suele haber muchos ordenadores de mismo modelo en una oficina, hay quien usan una variante del tipo redundante, poniéndoles de nombre el modelo de ordenador al que pertenecen; “LC”, “7500”, “G3”, “Imac”  “MacProa… “PC”.

LA cosa se complica cuando hay varios ordenadores iguales: ¿ “7500Maquetación”?, ¿”IMac 7”?,  ¿”G3 Garcia”?, ¿“LC Morcillita”?, ¿”G4 Descerebreitor”?, ¿PowerBook Cerdo Explotador?, no, este último no, que es muy largo.


Vamos, que se complica la cosa.


Secta.

O así nos denominan a los MacKeros los Peceros, o mas bien los Microchoferos o Ruindicos.


A medio camino de la adoración por nuestras maquinas y en la misma linea del que con el Mercedes recién comprado, adquiere un llamativo llavero con la estrella alemana, no valla a ser que a alguien se le escape que tenemos un “maquinón”.


Solemos ponerles nombres relacionados con el Mac, y como en toda secta hay grados de radicalidad.


Secta leve.

Al extremo opuesto del técnico microchofero, pero haciendo lo mismo; le ponemos cualquier nombre pero con la partícula Mac por medio, o algo similar.


“MacGarcia”, “DiseñoMac” o “Apple 6”.


¿Porque no reconocerlo?; ¡Penoso!.


Secta seria.

Bautizamos al Mac con nombres referentes al mundillo pero mas bien serios, del tipo “Cupertino”, “Job”, “Lisa”, etc.

Si coincide que el Mackero en cuestión es un erudito, buscara nombres mas difíciles, como el apellido de la prima del que le servia la pizza a wozniack en los tiempos del Apple I.


¿Que no hay gente así?. ¡vale!, los que valláis a la próxima calcotada me lo contáis.


Así de piraos estamos.


Secta severa.

Ahí ya no hay salvación posible. En el colmo de ser retorcido usamos nombres con rebuscados juegos de palabras con la partícula Mac, que van de lo simpático a la profunda lesión cerebral.


“MacKito”, MacNamara”, “MacMorra”, “MacNiaco”, “MacGuruyu”… E incluso “EsternocleidoMACtoideo”.


¡Dios Mío, necesito ayuda especializada!.


Secta si, pero sensatos.

Perdidos ya para la humanidad, pero en un momento de lucidez, optamos por añadir datos identificativos al nombrecito, más que nada para evitar los esfuerzos mentales que supone recordar que puñetera maquina es MacKabro.


“MacKabroMBP A”.


Y así nos luce el pelo.

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