Aquellos que me amaron lo sabrán, el resto no lo necesitan, pero el caso es que soy poco sospechosos de ser un topo del señor oscuro entre los makeros.
El primer cabezón que vi fue allá por el ochenta y cinco, el primero que use fue en el noventa y el primero que compre a finales del noventa y uno.
¿Cuanto es eso?, ¿dieciocho años?, ¿veinte?
En ese tiempo he bregado con tres o cuatro docenas de Mac y en mi colección, al día de hoy, hay veinte Mac, desde un Plus a un MBP. De los cuales solo dos no funcionan en absoluto, por ejemplo el iMac blanco que me llego semi desgüazado tras un incendio. Y al menos cinco trabajan de manera más o menos habitual, como el Power Book G4 de 17” que uso para escribir estos artículos.
Hay quien dice que se un poco de estas máquinas.
Gracias a mi carácter obsesivo me he leído todo lo leíble sobre los Mac… hasta cierto punto, que hay cosas que no merecen ser leídas.
He sido un fiel seguidor y un incansable evangelista, pero… ya no, ahora soy más bien crítico.
Sin duda, el punto de inflexión fue la decepción cuando volvió Jobs.
Vale, mi mono Amelio dejó la cosa muy malita, peroooooo… no tanto. Los iMac que salvaron Apple se desarrollaron y diseñaron con el mono, Jobs solo dio luz verde a una línea de productos que ya estaba lista para ser puesta en producción.
Así que su mérito fue ser valiente y apostar por un producto demasiado extraño para esa época.
Muchos mitómanos — es un carácter débil que necesita un ejemplo a seguir por propia inseguridad —, han adorado a “trabajillos” porque salvo Apple con el imac, y no es cierto del todo.
Todo el mundo tiene la idea errónea de que un ordenador se diseña y lanza al mercado de un año para otro y no es así.
El proceso industrial pasa por muchas fases, algunas bastante largas.
Vamos a ver.
En un laboratorio de una universidad o una gran empresa tecnológica, un señor muy sabio, tras años de estudio y experiencia, va y tiene una idea, empieza a esbozarla y cuando la tiene más o menos clara, — cosa que puede llevar de algunos días a varios años — tiene que ir al que le financia para convencerle de que la idea es buena y merece la pena seguir financiando su desarrollo.
Esto puede ser muy difícil, hay muchas ideas que apenas alcanzan la fase de desarrollo teórico porque generalmente, los que financian los estudios no suelen tener una visión muy amplia de los procesos científicos.
Su pregunta suele ser “¿Cuantos dólares me va a reportar su fabricación?”
Pero bueno, supongamos que consigue convencer al financiero y se pone a desarrollar la idea. Tras un tiempo, a veces varios años, las más de las veces para ser exactos. Llegan los primeros prototipos de la idea y alcanzan la fase de pruebas, algunas fotos se filtran desde las revistas científicas, son esas noticias sobre nuevas tecnologías, que generalmente nos parecen curiosas y a los víctimas tecnológicos hacen babear.
Cuando el invento se hace más o menos viable. Generalmente solo una parte de la idea origina, la probablemente rentable. Es aprovechado por una empresa tecnológica que incluye ese invento en alguno de sus productos.
Supongamos que el invento es una tecnología para reducir el tamaño de los circuitos integrados de los procesadores, algo que en la práctica significa mas cálculo en menos tiempo.
Bueno, algún tiempo después, el fabricante pone a disposición de la demás industria sus prototipos de nuevos chip para que los prueben y piensen en incluirlos en sus nuevos productos.
El chip de pruebas llega al departamento de I + D de un fabricante, para el caso digamos de ordenadores, y con sus características empiezan a probar sus prestaciones en circuitos de prueba.
Con los resultados se presentan ante los responsables de desarrollo de productos, a los que explican para que puede servir el nuevo chip y de ahí sale un plan para desarrollar lo que será un nuevo componente de la marca.
Quizás una nueva placa lógica.
Que antes de ser desarrollada de forma definitiva pasara por varias fases de diseño ya que en función de sus prestaciones, los diseñadores irán completando otros elementos como la carcasa, los puertos, etc.
Además, el desarrollo de una placa lógica es un proceso muy caro, por eso, generalmente, la nueva placa equipa, con ligeras variaciones, toda una familia de productos durante varios años.
¿Que ocurriría si se colara un grave defecto en un componente básico?
Pues… por ejemplo podría poner en riesgo toda una familia de productos y hasta la misma compañía.
Por eso, a veces, fallos garrafales son disfrazados de pequeños problemas, como por ejemplo los graves fallos que los chip de Nvidia están produciendo en varias líneas de producto de Apple.
Problema muy gordo porque cambiar las placas lógicas para solucionar un fallo así es largo y muy costoso.
Pero a lo que vamos.
Cuando el producto esta más o menos listo se fabrican unas cuantas unidades casi artesanales, unos cientos, generalmente aprovechando piezas de equipos anteriores, primero para reducir costos, pero sobre todo para camuflar el desarrollo ante miradas interesadas.
Estos prototipos son puestos a prueba por expertos y un exclusivo grupo de betatester.
Por otro lado, en el departamento de logística empiezan a trabajar en reunir los componentes y firmar los contratos con los proveedores para preparar la producción de las piezas que en ese momento aún no son más que una lista de especificaciones.
Lo ingenieros de producción comienzan a diseñar las líneas de montaje, preparar las maquinarias, diseñar los protocolos de producción ya que los nuevos productos requiere reestructurar las fabricas.
Por último, lo expertos en vender, los mercadotécnicos, comienzan a preparar, por un lado toda la parafernalia que acompañará al producto; embalajes, manuales, discos, periféricos, etc. Y por otro, todo lo que ayudara a venderlo, carteles, pasquines, líneas de publicidad en suma.
Por último queda preparar los medios de distribución y el almacenaje de la existencias.
Unos meses después, en una queinote o similar, a bombo y platillo, se presenta el novedoso y maravilloso nuevo cacharrito.
Desde que al sabio se le encendió la bombilla, hasta que los V.T. babean en la presentación del producto, pueden haber pasado, fácilmente, veinte años.
De media, un nuevo ordenador, salvo en el caso de los ensambladores puede llevar unos cinco años de desarrollo hasta llegar a las tiendas.
El primer Mac tardo siete años en venderse.
Es frustante para un V. T. pararse a pensar que su joya de última generación es algo que se empezó a crear hace cinco años con la tecnología desarrollada hace diez, a partir de las ideas de un señor que a estas alturas anda jubilado.
Pero a lo que voy es que a la hora de asignar méritos, hay que hacer cuentas, para saber de quien fueron las ideas y a quien debemos agradecer cada Mac.
Porque por desgracia, unos cardan la lana y otros se llevan la fama.
Y es por esto que, al día de hoy, aún ando esperando que trabajillos demuestre algo aparte se poseer una megalomanía digna de malo de película de yeims bon.
Porque si hacemos cuentas, Jobs lo único que ha hecho ha sido lanzar el ipod y convertir a Apple en un vendedor de politonos.
Hace tiempo que los makeros esperamos nuevas genialidades en nuestros queridos ordenadores pero al día de hoy es un negocio secundario para Jobs.
Lastima.
Jorge Díaz.
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